Y cuando te deshiciste conscientemente de Mr. E., soñás con él. Soñás que está en Buenos Aires, soñás que ves sus fotos de mujeres de Buenos Aires. Entonces vas para atrás, diez años atrás, estás en un bar en la esquina de Córdoba y Pueyrredón y mirás para afuera. Estás en Buenos Aires y no llamás. Ni ayer ni hoy. Y estás acá, me lo dijo tu papá cuando hablé por teléfono con él ayer, me lo dijo David -me lo pasó tu papá, capaz haciendo tiempo en un llamado que no esperaba-. Me doy cuenta del desplazamiento en un análisis de mi propio sueño bastante trucho, por el castellano en el que no le hablo a E., y porque él es, al final, un extraño.
2 comentarios:
El extraño tiene sus ventajas. Cuál era el posmoderno que hablaba de eso, de que siempre nos enamoramos de espectros?
El extraño es el espectro ideal. Y el amor no correspondido, o no consumado, también es el ideal.
Cuando el amor se consuma empieza también a consumirse.
Cuanto más extraño, más posibilidad de amar. Te amo en el reconocimiento, pero cuando ya te conozco... es como las capas de la cebolla.
Uf.
Basta.
che, veo los comentarios con cierto atraso!
te llegan al mail a vos? debería configurarlo así.
el de los espectros es sizeck (cómo demonios se escribe? pero espectros ideológicos!
el de los fantasmas de los que nos enamoramos es proust (una creación del que ama, con poco que ver con el objeto amado).
seguro, el desconocido no puede ser más que perfecto. al conocido no lo tolero!!!!!!
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