Hace poco una amiga me confesó que, si no fuese gorda, sería terriblemente puta. Una revelación que me hizo pensar que la ansiedad oral puede satisfacerse de muchas maneras. O sea que las gorditas son sexualmente más activas que las flacuchas, por más pecaminosas. A la debilidad respecto de los placeres de la mesa la complementa una debilidad concomitante respecto de los placeres de la carne.
Corolario: en tiempos de la posmodernidad, las flacuchas reprimidas usan chuker. Las gorditas deberían usar más azúcar y perseverar en su encomiable apetito, resultas de lo cual seguramente adelgazarán. Dejo sentada la tesis pese a que probablemente pueda ser objeto de censura por parte de más de un lógico riguroso.
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