Mi marido, el primero. Bueno, el que va a ser mi marido pero todavía no lo sabe y vive en el kingdom de far away, en una ciudad de Escocia, y hasta tiene novia. El segundo, un potencial alumno de español y profesor de inglés. Me pareció buena idea el trueque, ya que ir a clases de inglés al estilo primaria no me funciona, y tampoco tengo plata para pagarlas.
Pero bueno, acá estoy, sin novedades del marido, que lleva unos cuatro meses de demora en la respuesta a un mail, y sin confirmación del intercambio educativo por parte del profesor. Y no, no soy gringohólica para nada, pero el acento británico (M., English teacher, es vecino inglés de E., mi marido irlandés) me resulta irresistible; en principio, al oído.
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